jueves, 13 de mayo de 2010

PRACTICAR YOGA



Etimológicamente Yoga significa unión, ya que la meta del Yoga es la unión de la conciencia con el principio Absoluto.
El yoga es una ciencia empírica que purifica nuestro cuerpo y nuestra mente, liberándonos de todas las perturbaciones, una ciencia en donde ciertas personas han tratado de sondear los misterios de la mente, del intelecto, de las emociones, del sufrimiento y de la vida.

Yoga ha nacido no de la especulación, sino de miles de años de experiencias que han sido replicadas por muchos yoguis a lo largo de la historia.
Yoga posee sus propios métodos y fundamentos que hacen que sea un amplio y completo sistema de desarrollo interior.


Trabaja el cuerpo físico, las glándulas endocrinas, los órganos internos a la vez que busca conectar la mente inconsciente con la consciente y nos permite observar nuestros patrones mentales. La finalidad de esta disciplina es ayudarnos a mantenernos sanos, encontrar la felicidad tanto a nivel físico como a nivel mental y espiritual y que nos podamos sentir realizados.

Cualquier persona puede aproximarse al Yoga, ya que posee un tipo especial de técnica para cada tipo de personalidad y temperamento.
El yoga puede llegar a despertar en nosotros luminosos sentimientos y felicidad, los cuales fortalecen nuestras relaciones con nuestra esposa, los niños, padres, vecinos y compañeros de trabajo.
Así como el viento aleja las nubes que tapan el sol, el yoga remueve gradualmente los dolores físicos y emociones indeseables, pues, al revelar el conocimiento interior, incrementa nuestro aprecio por la vida.
El yoga nos enseña a controlar nuestros sentidos y nuestra mente impaciente, y a ponernos en armonía con las Leyes Universales, dirigiendo así nuestras energías de la mejor manera.

Tal como un instrumento musical emite sonidos muy agradables al ser tocado por un profesional, nuestro cuerpo, mente e inteligencia, dirigidos perfectamente, nos traen mucha felicidad, en vez de ansiedades, frustración y depresión.
La disciplina yógica nos enseña también a ver a los demás (amigos o enemigos) con los ojos del amor.

Una persona que practica yoga seriamente, se llama yogui. El yogui se ocupa diariamente del desarrollo práctico de la ciencia del yoga, y aprende los diferentes ejercicios y técnicas, tanto del yoga como de la meditación.


Una clase de yoga es una sucesión de ejercicios. Para realizar uno, adoptamos una postura. A veces a esta postura le incorporamos movimiento. Regulamos la respiración y ponemos la atención de los ojos en un punto determinado. Y entramos en un estado meditativo, de introspección. A veces incluso repetimos un mantra o hacemos un gesto con las manos. ¡Con tantas cosas que hay que controlar cómo no va a parar nuestra mente! Después de un ejercicio hay una corta relajación y seguidamente se pasa al siguiente.


El yoga beneficia a todo ser humano, no importa sea niño o persona mayor. Hombre o mujer. No importan las creencias personales.
Con el yoga estiramos nuestro cuerpo y, cuando más tenso y rígido está uno, es cuando más conviene. Rejuvenece nuestras células al aportarnos más oxigeno. También rejuvenece nuestro cerebro haciendo que su rendimiento sea más alto. Reduce el estrés al mantener los niveles de cortisol a raya. Nos calma y nos serena, permitiéndonos descansar. Nos da energía y vitalidad. Y nos acerca a nuestro ser interno, descubriendo quienes somos, qué queremos y dónde están nuestas limitaciones. Además, ¡segregamos endorfinas! que nos dan una gran sensación de bienestar. Pero de poco sirve hablar de los beneficios del yoga. A la consciencia no le sirven las palabras, quiere una experiencia. Descubre por ti mismo qué se siente al practicar yoga.