Dentro del equilibrio psicobiológico encontramos siempre un ritmo fundamental. Una fase activa y una fase pasiva. A grandes rasgos podríamos decir que la fase activa está caracterizada por el movimiento y la fase pasiva por el reposo. Ambas fases son indisociables una de otra y vitalmente necesarias.
La forma actual de vida occidental prioriza la fase activa, el movimiento, la maximización de la actividad y producción en todas sus formas.
Los motivos de esta desviación hacia la sobreestimación de la acción desbordan los alcances de esta exposición, solo bástenos citar que esto es posible debido a la capacidad del hombre de alterar sus ritmos de funcionamiento.
El equilibrio de estas dos fases (actividad, reposo) es esencial para mantener una salud física y psicológica, y fundamentalmente para la actividad de autoconocimiento.
Es bien sabido las implicancias psicobiológicas del estrés en el organismo, provocando un deterioro de los tejidos por hallarse los mismos sometidos a una actividad constante.
Lo mismo puede aplicarse a la actividad psíquica del individuo.
La relajación conciente permite equilibrar física y psíquicamente a la persona, llevando el ritmo psicobiológico a una armonía natural, permitiendo el descanso y regeneración de los músculos y tejidos, y la renovación del psiquismo.
Aspecto energético
Se puede encontrar una notable interacción entre las contracturas musculares y los estados anímicos de tensión y estrés, siendo posible influir en ellos tanto desde el cuerpo mismo como desde el trabajo de elaboración psíquica.
Las asanas permiten ir tomando progresiva conciencia de distintas partes del cuerpo, posibilitando así la
relajación conciente de dichas partes. A su vez el estiramiento y elongación de los músculos producen la relajación de los mismos en la fase pasiva del trabajo.
Ahora bien, en las contracciones musculares, hay una movilización de la energía que produce la activación de dichos músculos. En las contracturas hay un continuo gasto de energía nerviosa, que cumple el propósito de descargar la tensión emocional que producen los estresores a los que se ve sometido el individuo.
La relajación conciente permite liberar esta energía de desgaste que en el caso de la contractura muscular es negativa para el organismo. A sí mismo se minimiza el consumo energético general, quedando esta energía libre en el sistema nervioso y a su disposición. Esto produce en primer término una liberación de los estados emocionales de tensión o estrés, quedando la energía nerviosa utilizable para otros propósitos como la sublimación o el trabajo interior.
Todas estas consideraciones permiten colegir que la relajación conciente es el medio por excelencia para profundizar en el conocimiento de los estados interiores y profundos del psiquismo.
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